jueves, 7 de mayo de 2009

Revival

Se supone que tengo que hablar de nuestro espectacular (que bonita palabra) puente de mayo. No os creáis, nuestros planes no eran tan impresioculantes, se limitaban a emborracharnos como siempre en el reducto Casabar y sin la lameculos saludando al sol por los alrededores.
Todo empezó a torcerse cuando la lameculos decidió quedarse para que nadie conquistase Lagaso. Entonces la OBA se hizo mas bien… joder no sabría ni describirlo, se hizo una OBADELAOSTIA, y además el culo empezaba a tener más importancia indirecta. Como mensajeros del demonio, borrachos y encapuchados, nos introducimos echando la última oleada de humo de nuestros cigarros dentro de la T1, porque sí, somos malos. Ya estábamos dentro ¿estarían nuestras presas? Mientras, la Lameculos se escondida entre algún coche (que quiere permanecer en el anonimato) y el cobijo de la Su, valiente ella y con el móvil apagado.
Descubrimos el número del vuelo. Lo descubrimos cinco veces porque dos vamos borrachas. Atravesamos las colas de desamparados que esperan facturar y no pillar la gripe esta del pavo. Nos tapamos disimuladamente, porque somos malos pero no inmunes. Al final de los finales últimos reconozco unos pantalones morados. No, no son míos. “son esos” informo a la Cabecilla y espero instrucciones. Ella marca su paso firme hacia allí y nosotros le seguimos. Nos empezamos a reír. La conversación no la retransmitiré aquí, ya escribiré un libro por fascículos. Pero después de un ratito de tensión, que se me quedo corto, nos marchamos sin que aún nos creyesen, pero con sus entradas, que es lo que les íbamos a dar (igual no he aclarado el motivo de la misión) Aún nos reíamos. Quizá con más ganas. Tengo un momento de flaqueza en el que me siento mal, pero ya escribiré otro libro sobre esto
Como el móvil de la lameculos estaba apagado y el del culo sin batería, no sabemos como de exacta era su crispación. Pero nos fuimos igual cuando la lameculos se aseguro que podía salir de su escondite.
Luego recuerdo poco más. Supongo que nos emborrachamos.

Viernes; el día de las cenas chinas pagadas por arrepentimientos estúpidos.
Pues eso, que la lameculos se sentía mal por haber dejado tirados a sus amigos, asíque por algún rollo metafísico raro, nos pago una cena a nosotros.
Entre tanto manjar exquisito y sangría algo calentorra nos hinchamos a escoger adquisiciones prácticas para Casabar, por que la competición se esta poniendo dura para las terapias. Pusimos todos los objetos robados sobre la mesa encontrada, y conseguimos que no se derrumbara y nos dejara en el garaje sobre el coche de mi padre. Personalmente, me sigo sintiendo mal por hacerlo, y aprovecho la ocasión para decirlo en público. Pero le estoy pillando el truco. Qué soltura.
Y este es un día que debe ser recordado por poco más. Porque la su consiguió que un viernes nos fuéramos a dormir a las cuatro… por favor! Así no hay quien delinca.

Sábado; del trauma de la derrota al oleaje marítimo
Rafa nos abría sus puertas, nos reservaba una mesa y su mejor cara al pedirle unas bravas; una cara con un cuarto de sonrisa, y ya es. Vimos el Madrid- barca mientras la Cabecilla y mi madre vacilaban a un chico de delante y se hacían gracia mutua. Siento no poner más énfasis en sus chistes, he gastado campos de arroz para olvidarlos. Supongo que ya puedo desvelar que el Madrid perdió. Todos estábamos algo apenados, con caras largas y mentones taciturnos, mi madre insultaba a los negros y a los catalanes, y algo más a los negros catalanes. Y la Cabecilla rebosaba jovialidad porque ese día había decidido hacerse del barça.
Tras esta avalancha incontrolada de emociones y jolgorio cogimos nuestros instrumentos desafinados para dar un rato por saco en el parque. Para mayor desdicha nuestro el parque estaba vacío, aunque aún estaba*. Al Sienes, ex miembro de esta sec..digo banda, se le ocurrió ir a Cuenca a visitar a su hermana. No sé quien, creo que el jodido culo, comentó que por qué no a Valencia? La pregunta se quedó un rato en el aire, pululando patosa por nuestras alocadas mentes, y antes de acabarnos el cubata estábamos camino de nuestras respectivas casas en busca de una toalla.
Estábamos camino a Valencia.
Ya a los 30km, exagerando posiblemente, nos estábamos meando, cosa que sería habitual a lo largo del viaje. En esa gasolinera sin baños pero con un elegante camión dispuesto a tapar nuestro orín encontramos a Dalai y a Lama, que se dirigían a Jerez ni cortos ni perezosos. Esto no tiene mayor relevancia.
Llegamos en un par de paradas más. Ya en Valencia empezamos a gritar a los chungos desde las ventanillas del coche. Playa de la Malva Rossa, el Sienes nos lleva por las callejuelas señalando su antiguo pisico de veraneo, donde su madre compraba el pan… el bar al que iba de cañas con los colegas, esas cosas típicas que le enseñas a tus colegas cuando visitas una antigua ciudad conocida de madrugada y borracho, vamos. Sienes dice que nos quedemos en el parking a beber, pero para eso no venimos a la playa, asíque nos llevamos todos los chismes a la arena y nos descalzamos y remangamos nuestros pantalones enseñando nuestros alborotados pelos. Todos se van de paseo y el pobre culo se queda solita con su guitarra, desafina. Primer momento de acojone; un negro en bici pasa a mi lado y se pira… Yo cambio el acorde. Al rato Miguel y la Lameculos me acompañan y empezamos a tocar algo más ruidoso. La pareja se moja los pies al fondo.
Nuestro próximo visitante y protagonista del segundo acojone de la noche se acercó por la espalda con un machete, digamos, que impresionaba por su tamaño, y además, hacia muy buena sombra en la arena. Nos había confundido con un chaval al que quería matar porque no le dejaba dormir. Por suerte la Lameculos y su temblorosa voz supieron controlar la situación prometiéndole que nos iríamos a Barcelona a tocar si era necesario que el hombre durmiese. El tío de ojos retorcidos nos pidió que tocáramos; él tenía un castillo y un perro pequeñito. Yo nunca me he sentido tan motivada ni he sentido que tocara tan bien que cuando en ese momento tenía a un colgado polaco con un machete a mi espalda, sinceramente. Al final enterró el machete en la arena en son de paz, nos invitó a su castillo y mantuvimos lo que se llama una conversación. Luego llegaron los tórtolos y nosotros nos fuimos a mojarnos los pies. No sé qué pasó entonces.
Luego el cielo se empezaba a blanquecer, y no voy a describir ese momento en el que las ganas de tirarte al agua eran ya casi irrefrenables y el barro se iba apoderando de nuestros pantalones. Me niego a describir como el mar se llevo todos mis papeles de fumar. Y me niego a describir cómo cuando estábamos apunto de irnos agotados, el sol empezó a salir sobre el mar, y el polaco volvió a aparecer a mi lado, con su perro pequeñito, que se llamaba Babi, que me lo puso en la cara y cuando volví la vista la Cabecilla y la Lameculos se marchaban hacia la orilla dejándome con el perro en las manos y los ojos del polaco mirándome a mi o 380º alrededor.
Digamos que fue majestuosamente bonito.
Repusimos energía en el bar extremeño tan típico de las zonas costeras y nos hicimos con un par de souvenires o cosas. Luego mencionemos que estuvimos a punto de matarnos en la carretera y llegamos a casa sanos y salvos.
Por mi parte, ya habíamos pasado demasiado tiempo juntos.

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*Pequeño pero sincero homenaje al recientemente desaparecido parque de Montelar donde tan buenos cigarros se fumó nuestra cabecilla. Te acoñamos,Cabecilla.

2 comentarios:

Tu cabecilla, y cada día de más ciudades. dijo...

Desde que no me meto en los foros de Loka Magazine te aseguro que no me parto el culo tanto ante la pantalla.

A lágrima viva (aquí estoy exagerando) me he descojonado, las carcajadas retumbaban en mi casa... sola... y taciturna...

Qué bueno, te doy las gracias y pensaré en cómo puedo agradecerte que lo hayas resumido, así con tanta gracia y salero, que estoy deseando terminar con el comentario para volverlo a leer.

Qué risa, y qué bueno todo. Gracias por resumirlo antes de que se te olvide que un día de madrugada Babi te lamió la cara y mencionaré algunos detalles que has obviado.

El Sienes te mira y dice: ¿Queréis que nos vayamos a Cuenca?

Te tiras bastante segundos dudando y estallas agachando la cabeza: ARGGG, PREGÚNTALO POR AHÍ ATRÁS.

No podía con tanta tensión.

En el parque, medio llorando porque nadie quería ir a trabajar por ti, te digo: ¡Que nos vamos a Valencia!

Y dices tú, moco colgando, y to digna: Iros vosotros, que tenéis vida, no como yo.

No has hecho mención a Minglanilla, y eso sí que es un poco grave. Minglanilla es un honesto pueblo donde tuvimos la dicha de parar y tomarnos un café (hasta yo bebía de las tazas que había en la barra), estaban las marujas en pleno bingo y llegamos nosotros y cerraron. Qué típico. qué poca originalidad.

Y tienes libre el 17... yo no digo más...

Y ya lo último, muchas gracias por la mención al ya desaparecido parque, se me ha entruñado el corazón y noto tu acoño muy, muy, muy cerca.

Arriba Bandajena!

L.A. Lame cu dijo...

GRANDEEEE BICHO!!

MUY MUY GRANDE!!!


:) mu bonito!

snif snif wof wof kikiriki jajaja eh eh eh ehhhhh